Antes no había pan fresco cada día, en casa se horneaba una vez a la semana y si se acababa antes de la próxima hornada se completaba con este pan de sartén.
Me gusta tanto que yo deseaba que el pan horneado se terminase para comer este pan.
Ahora hacemos pan de sartén porque nos gusta y no por necesidad. Esta tan rico, recien hecho, calentito y en compañía de quesos y embutidos, que es un disfrute cada vez que lo tomamos.
Ingredientes
- 500 gr. de harina + harina para la terminación
- 325 - 350 ml. de agua templada
- 1 cucharadita de sal
- 20 gr. de levadura fresca o un sobre de levadura seca
- Aceite de oliva para freír
Preparación
Disolvemos la levadura en 250 ml de agua templada. Reservamos el resto porque puede que no necesitemos toda, depende de la harina.
Mezclamos la harina con la sal y añadimos el agua templada poco a poco si le añadimos de golpe puede que sea demasiada y la masa nos quede muy blanda.
Vamos mezclando y amasando hasta que la mezcla esté suave y no se pegue a las manos.
Ponemos la bola de masa en un bol, enharinamos para que no se pegue y tapamos.
Dejamos reposar, en un lugar cálido y sin corrientes de aire, durante una hora aproximadamente hasta que doble su tamaño.
Cuando haya crecido sacamos del bol y amasamos ligeramente para desgasificar.
Repartimos la masa en tres partes más o menos iguales, hacemos una bola con cada parte y extendemos dándole una forma lo más redonda posible. No tiene que quedar perfecta, la forma rústica lo hace más apetecible.
Calentamos aceite en una sartén, que cubra el fondo es suficiente.
Freímos cada pan a fuego medio, primero por un lado hasta que se dore y después le damos la vuelta y doramos el otro lado.
Queda con ese aspecto rústico tan rico, doradito y crujiente.
Se puede comer frío pero es calentito como este pan de sartén nos da el máximo sabor.
Si queremos hacer panes individuales sólo tenemos que dividir la masa en mas porciones y proceder de igual forma.
Y una pizca de cariño
Xiana
No hay comentarios:
Publicar un comentario